Para la entrada de hoy, he rescatado de nuestro viejo Foro (sí aun sigue por la red y os invito a encontrarlo) , la historia, magistralmente relatada por Hector, acerca de por qué Porto es Porto... Que lo disfruten!
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El Tiempo tiene un ritmo extraño, parece que las cosas
llevan ahí toda la vida cuando apenas si ha pasado un suspiro. Cuando
algo se torna cotidiano uno termina olvidando el preguntar por los
orígenes, es cuestión de economía de agobios, estamos reconcentrados en
lo inmediato. En realidad las más de las veces preguntar es un ejercicio
inútil, una coartada para los fabricadores de leyendas. Son pocos los
que en verdad saben y aún menos los que sobreviven a saber, la sabiduría
se paga a un gran precio, sólo existe un silencio confiable….. Te
gustaría saber por qué PORTO se llama tal cual…. Si osaras aceptar el
compartir este secreto has de saber que además compartirías una carga….
Que la curiosidad no te ciegue, son pocos los que han sobrevivido a este
conocimiento……. Mira a tu alrededor, ¿no echas de menos a muchos que
fueron y estuvieron y ya no son ni están?. Ellos también supieron…..
A finales del siglo pasado (la leche esto pasó el siglo pasado…a unos pocos, llamémosles los amos de las sombras, la mano que mece la
cuna, los innombrables…. o cualquier otro oscuro apelativo, decidieron
crear el primer local mitad tienda, mitad lujuria, un lugar en el que
más del 50% del espacio estuviera destinado a juegos, un espacio de
encuentro libre, gratuito, autogestionado. Los oscuros consideraron que
un lugar así tendría que recibir un nombre luminoso que contradijera
incluso a su propia sombra, a su negra identidad (tranquilo no es una
secta, sólo son frikies reprimidos…, decidieron llamarlo ORTO, punto del horizonte por el que el Sol hace
su aparición. Se encargó el cartel y el logotipo en madera…… Pero al
poco aparecieron las disensiones. Uno de los oscuros objetó (el malévolo
al ver el cartel terminado, no pudo hacerlo antes)
- Pero
che boludo, en argentino ORTO significa culo, y acabar así puede que
sea inevitable e incluso bueno, pero empezar como el culo me resulta
incómodo
Las
discusiones fueron intensas y extensas, mientras que el espacio en el
cartel era reducido. El debate lo zanjó una bella porteña al ver el
cartelón
- ¿Qué te parece el nombre de la tienda?
- Curioso, pero…. pero ¿ORTO no es culo?
- Vale no se hable más… cambiamos el nombre….
Los
recursos eran limitados y el cartel se había merendado todo el
presupuesto de publicidad. Los innombrables se comenzaron a resignar a
vivir sin nombre.…. Por aquel entonces, sin capacidad para pagar el
tabicado que separara la tienda de la zona de juegos, decidimos usar
como tabique la antigua puerta de madera del local, un desvencijado
garaje que se usaba como almacén. Mientras las discusiones sobre el
nombre continuaron incesantes. Un nombre es importante, te marca para
toda la vida, ¿has probado a llamarte Pánfilo?.... Algunos decidieron
que lo mejor sería una huida hacia delante y adoptar el nombre de
ORTÓCULOS, pero si bien la prudencia era escasa aún más escasa era la
fachada y el cartel. La solución a los problemas llegó el día que
nuestro manitas terminó el original tabique.
- Ya he terminado con el PORTO (siempre tuvo dificultades al pronunciar las consonantes, sobre todo la N de portón).
La
solución era mágica y de forma mágica apareció ante nosotros, sólo era
necesario añadir una P, además el nombre tenía resonancias no menos
luminosas, porto de puerto (lugar de destino o partida, espacio de
ensoñaciones), PORTO también es puerta, tras ellas encontrarás juegos y
puede que algo más si sabes buscar, además fonéticamente el nombre se
confunde con el del mosquetero (noble y valeroso aunque francés, diría
Adolfo). La solución satisfizo a todos, la P tomó su lugar, nació PORTO y
los oscuros regresaron a las sombras, desde donde nos vigilan por si
algún che boludo se va de la lengua y difunde esta historia, patrimonio
secreto de las entretelas de PORTO y de este blog. Siéntete privilegiado
en tu recién adquirida sabiduría y, por tu bien, úsala con prudencia
amigo mío.